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Cañada Real Segoviana



Cañada Real Segoviana

La cañada real segoviana entraba en nuestra provincia por el término de Valmojado, atravesando luego los de Ventas de Retamosa (donde se incorporaba a ella una derivación de la cañada de Escalona), Camarena, Arcicóllar, Camarenilla y Villamiel, puente de Alcavín sobre el Guadarrama y término de Bargas, entrando ya en el término de Toledo con el siguiente itinerario:

Comenzaba en los baldíos de Sanguineto, siguiendo por la dehesa de Arrayeles (Darrayel), venta de la Esquila (sic, por Esquina), vega de Toledo arriba, camino real de Madrid y venta de San Antón. Aquí se unía con la cañada de la Legua procedente de Cabañas y Villaseca y se internaba en la Vega de Toledo (Vega Baja) hasta el pie de las murallas y el Cristo de la Vega, donde había una abrevadero en el Tajo ("que actualmente está estrechado", aclara), subiendo a la puerta del Cambrón (terreno ocupado en parte recientemente por el que fue restauran­te Chirón), puente de San Martín y sitio de las Veredas, donde empeza­ba ya el término de Argés.

Entrando ya en este término seguía por Fa Dehesilla de Matamoros, orilla del Guajaraz, Caeza del Pez o de Recel y, ya en el término de Layos, le cruzaba por el majuelo de Nuño "o de D. Juan Núñez, o Muñoz", la linde izquierda del Majuelo de D. Bartolomé Cumbido o Cumbijo, tapia del bosque del conde de Mora, Charco del Hombre, la Cascuela o Cascuda, cabeza del Gatillo, el tejar, arroyo Guajaraz, Valdehormigal, los Cañuelos y el Portachuelo. Aquí nacía un cordel que, por Ajofrín y Sonseca, se dirigía a Las Guadalerzas. Seguía la cañada por el Charco del Olivar, el Vadillo y el término de Casasbuenas.

Ya en Casasbuenas, por el Vadillo citado seguía entre la dehesa de Santa Catalina a la derecha y la de la Torrecilla a la izquierda; la Peña Gorda, el Resquillo o Ronquillo, el Molino viejo, Angostura, en un callejón entre viñas y olivares; los Tomillares, en los baldíos de Casasbuenas; puente del Guajaraz y la Fuente de la Cañada "en cuya fuente tenían abrevadero los ganados, y se halla al frente del pueblo, a mano derecha de la cañada", quedando al a izquierda una dehesa del común del vecindario, "donde descansaban antes los ganados". Sigue la cañada por la dehesa de la Higueruela, dejando a su izquierda el Guajaraz; ermita de San Jorge, Juncar de la Legua, camino de Las Ventas con Peña Aguilera hasta la huerta de San Jorge; el Berrocal, la venta de D. Luis Laso de la Vega "que queda a la derecha" y sitio del Albero. Este sitio lindaba con el término del despoblado de Santa María de Pejines, "incorporado al de Noez".

En Noez pasaba la cañada entre las dehesas de Pejines y Santa María, hazas de San Leonardo y Cobo de la Alamedilla, pasando desde ésta al término de Pulgar. Seguía la raya de la Alamedilla, cruzaba por el pueblo y llegaba hasta la dehesa del Castañar, desde la que daba la vuelta al camino de Entrambasaguas. Seguía al sitio de la Vecindad "comunero con el pueblo de Cuerva" y entraba ya en esta villa, donde se unía a un cordel o vereda cuyo nombre y origen se omite. Seguía por Hontalva, incorporándose al camino real de Toledo a Las Ventas con Peña Aguilera; prado Nuevo, fuente de Hontanilla, sitio del Molino y, pasando ya a Las Ventas, por este molino "al lado de arriba del puen­te". Seguía por el Sitio de las Heras de arriba, donde el cordel antes citado (que, al parecer, sustituía a la cañada) se unía de nuevo a ésta, que procedía de Menasalbas y las veredas de Montalbán, saliendo aquí otro cordel hacia el puerto Marchés.

Continuaba la cañada por los baldíos de Las Ventas, el vaqueril de D. Pedro de la Quintana ("vecino de Madrid", se aclara) hasta el puerto del Milagro. Pasado ya este puerto continuaban los baldíos de Las Ventas "que empiezan en el puerto y cogen legua y media de largo hasta el río Milagro", donde tenían un descansadero. En este río termi­naba la jurisdicción de Las Ventas y comenzaba la del Molinillo, "casi despoblado y que no consta la municipalidad a que pertenece".

Ya en plenos Montes de Toledo se hace constar que por ellos tenían los ganados amplio paso, sin sujección a límites determinados". Es decir, podían pastar tranquilamente sin temor a intrusiones en tierras ajenas.

Desde el Milagro se iba al "sitio de la Torre de Habrán" (Abraham, hoy casi inundada por el pantano de su nombre), donde antes había otro descansadero. Seguía rectamente a La Toledana, con otro descansadero, comenzando el terreno del Duque de Medinaceli hasta dar al río Bullaque, cruzándole una vez atravesada la posesión del du­que "cuya travesía es de dos leguas y media", lo que da idea de la extensa finca, como la mayoría de las existentes en estos parajes monteños.

Ya en término de Porzuna, en la venta ya arruinada de la Abecedilla, salía un ramal a la izquierda, hacia Ciudad-Real, acabando ya dicho término que cruzaba durante legua y cuarto, hasta la dehesa de La Peralosa, término ya de Piedrabuena. Y de aquí, por términos ya no monteños, llegaba al valle de Alcudia.

En cuanto a la cañada Leonesa tiene menos interés para noso­tros. Entraba en la provincia por El Real de San Vicente y se guía por los términos de Almendral (que por algo se apellida hoy "de la Caña­das, Navamorcuende, Sotillo de las Palomas, Cervera, Segurilla, Mejorada, Velada, Gamonal, Alcolea y Puente del Arzobispo, pasando a Cáceres. Pero volvía a entrar en Toledo por Navalmoralejo, La Estre­lla, Aldeanueva de San Bartolomé y Mohedas, cruzando por el puerto de San Vicente donde se incorporaba otra cañada procedente de Talavera, seguramente la que cruzó Gredos por el puerto del Pico. Antes de aquel puerto discurría por los sitios de la Serrana, la Cañadilla, los Arroyos y La Brama, volviendo a Cáceres, en el término de Logrosán, desde el que se dirigía a los agostaderos del sur de Badajoz.

Por último, la cañada Soriana entraba en la provincia de Toledo por Santa Cruz de la Zarza, continuando por Corral de Almaguer, Villacañas y Quero, reuniéndose en Alcolea con la Segoviana que aca­baba de cruzar los Montes y se dirigía al valle del Alcudia.

Ahora que se ha puesto de moda el "senderismo", no sería mala idea seguir algunos tramos de, al menos, la cañada Segoviana. Habría que identificarla primero en los mapas 1:50.000 a que antes aludimos, para tener plena seguridad en su trazado, siguiendo la vieja ruta- con­servada o no, ese es otro tema -y escoger los parajes más atractivos desde el punto de vista paisajístico y ecológico. Recordaría así la histo­ria y las vicisitudes que, durante siglos, siguieron los rebaños del Hon­rado Concejo, vieja institución desaparecida que sirvió al Tesoro real para obtener buenos ingresos. Eso sí, a costa de muchas veces de los labradores que lindaban con los caminos ganaderos y sufrían las intrusiones y abusos frecuentes de los mayorales y sus rebaños, siem­pre defendidos en sus litigios por los agentes regios.

Julio Porres

Texto obtenido de la revista de Estudios Monteños